¿Sientes eso? Es el peso de mis recuerdos sobre tu pecho.
No te preocupes, el tiempo es el mejor maestro para volver a aprender a respirar.
Durará algunos días, tal vez alguna que otra semana, en donde tus latidos tendrán el antojo de pensarme.
A ratos lateran sobre aquel día en el que dormimos abrazados, incluso se atreverán a tararearte la canción que te cantaba bajo aquel ukelele desafinado.
Son latidos caprichosos y masoquistas que buscan instalarse en algún lugar de ti.
¿Sientes eso? Es mi olor, que ha llegado a ti de pasada al cruzarte con aquel extraño.
Préstale atención aunque solo sea un momento, o ignóralo como actuaste ignorar mi despedida.
Cuando los recuerdos te reclamen, tal vez en una de esas noches en la que no puedas dormir, recuérdales que por ellos hice todo lo que pude.
En los peores momentos, en esos en los que mi piel se hacía cristal, sonreír se convertía en un acto de valentía.
Ellos lo saben, pero tu cuéntales de nuevo. Diles de mi parte que lo nuestro fue fugaz, como la mayoría de las historias que se consumen por la intensidad.
Aunque no lo parezca seguiré respirando por algún lugar de la ciudad, tal vez con la ligera fantasía de que vendrás a buscarme. Tu tranquilo, intentaré ignorarla cuando aparezca incesante a ilusionarme.
Quedarse a esperar nunca fue la mejor opción, por mucho que mi interior me grite que lo haga.
Yo seguiré, con mi rumbo tan poco exacto y mi exceso de imaginación en la mochila. Yo y mi extraña manía de escribirte, tu y tus ganas de mirar hacía delante sin ver que alguien como yo nunca pudo seguirte.
¿Sientes eso?
sábado, 17 de octubre de 2015
sábado, 27 de diciembre de 2014
30 días.
Que alguien me cuente cuanto debe durar una despedida. Que alguien me diga cuanto tiempo debo dedicar a echar de menos cada detalle que dibujamos mano a mano.
Puede que lo corriente sean horas, un par de ellas que me cuenten por última vez lo que fuimos y lo que dejamos de ser tan rápido como cuando uno pestañea.
Ojalá las cosas fuesen así, fáciles y sencillas, de igual modo que se olvida el pin del móvil o la letra de una canción que se ha perdido por el camino del recuerdo.
Pero se ve que la vida está escrita con otro guion, que aunque nos limitábamos a correr sin mirar atrás el guionista tenía otro plan.
Puede que para muchos treinta días no sean nada, solo días perdidos en una vida destinada a vivir días mejores. Yo he decidido no contarlo por días o por horas, prefiero no limitarme a recurrir al tiempo. Pienso que si tengo que contar lo que fuiste durante esos días es mejor contarlo en momentos.
El momento en el que susurrabas en francés y que sonaba bonito aunque lo que dijeses fuera una palabrota.
El momento en el que me asomaba a la ventana del salón para ver como te perdías entre la oscuridad de mi calle sin farolas.
El momento que me hacías cosquillas sin venir a cuento con la única excusa de hacerme reír en el momento menos oportuno.
Todo ha decidido permanecer en el recuerdo en vez de marcharse como decidieron hacer tus "buenos días", y yo sigo cuidando esos recuerdos aunque se que algún día, cuando vean que no vuelves, decidirán marcharse también.
Puede que llegado ese momento pueda decirles adiós de la forma que no pude hacerlo contigo.
Mientras aquí siguen, susurrándome canciones que cantamos juntos, imitando las voces de aquellos personajes que solo viven en las películas que veíamos a oscuras, haciendo magia y alguna travesura.
Si mi destino es perderte como ya lo he hecho que así sea.
Lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y sentirme igual de especial que aquella noche en la que me diste tu mano, suspirar hondo y pensar que algún día volveré a sentirme así. Quizás con el tiempo.
Sigo sin saber cuanto debe durar una despedida, aunque haya tenido que estar despidiéndome cada minuto de mi vida.
Puede que sea una asignatura pendiente, eso que se me da mal. Como las matemáticas.
Mientras aprendo intentaré seguir, con tus recuerdos, con los que ya venían de fabrica antes de que nos conociéramos y con aquellos que han de venir.
No puedo prometer que aprenda a hacerlo bien del todo, lo único que puedo hacer es escribir sobre ello y esperar a que el tiempo pase, porque dicen que es el tiempo el gran doctor que cura todo. Aunque a mi aún no me haya curado nada.
Puede que lo corriente sean horas, un par de ellas que me cuenten por última vez lo que fuimos y lo que dejamos de ser tan rápido como cuando uno pestañea.
Ojalá las cosas fuesen así, fáciles y sencillas, de igual modo que se olvida el pin del móvil o la letra de una canción que se ha perdido por el camino del recuerdo.
Pero se ve que la vida está escrita con otro guion, que aunque nos limitábamos a correr sin mirar atrás el guionista tenía otro plan.
Puede que para muchos treinta días no sean nada, solo días perdidos en una vida destinada a vivir días mejores. Yo he decidido no contarlo por días o por horas, prefiero no limitarme a recurrir al tiempo. Pienso que si tengo que contar lo que fuiste durante esos días es mejor contarlo en momentos.
El momento en el que susurrabas en francés y que sonaba bonito aunque lo que dijeses fuera una palabrota.
El momento en el que me asomaba a la ventana del salón para ver como te perdías entre la oscuridad de mi calle sin farolas.
El momento que me hacías cosquillas sin venir a cuento con la única excusa de hacerme reír en el momento menos oportuno.
Todo ha decidido permanecer en el recuerdo en vez de marcharse como decidieron hacer tus "buenos días", y yo sigo cuidando esos recuerdos aunque se que algún día, cuando vean que no vuelves, decidirán marcharse también.
Puede que llegado ese momento pueda decirles adiós de la forma que no pude hacerlo contigo.
Mientras aquí siguen, susurrándome canciones que cantamos juntos, imitando las voces de aquellos personajes que solo viven en las películas que veíamos a oscuras, haciendo magia y alguna travesura.
Si mi destino es perderte como ya lo he hecho que así sea.
Lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y sentirme igual de especial que aquella noche en la que me diste tu mano, suspirar hondo y pensar que algún día volveré a sentirme así. Quizás con el tiempo.
Sigo sin saber cuanto debe durar una despedida, aunque haya tenido que estar despidiéndome cada minuto de mi vida.
Puede que sea una asignatura pendiente, eso que se me da mal. Como las matemáticas.
Mientras aprendo intentaré seguir, con tus recuerdos, con los que ya venían de fabrica antes de que nos conociéramos y con aquellos que han de venir.
No puedo prometer que aprenda a hacerlo bien del todo, lo único que puedo hacer es escribir sobre ello y esperar a que el tiempo pase, porque dicen que es el tiempo el gran doctor que cura todo. Aunque a mi aún no me haya curado nada.
martes, 20 de agosto de 2013
100 años.
Estuve esperando cien años sin mirar de frente al tiempo que pasaba, y si ahora pienso en aquello estoy seguro que hubiese seguido esperando cien años más.
Nada me preparó para el echo de estar contigo, si tan solo hubiese sentido tu calor, o hubiera visto como sonríes mientras te sonrojas y tímidamente intentas ocultarlo tapando tus labios, o como brillan tus ojos cuando te concentras en algo lo suficiente hubiera sabido para que estuve viviendo durante tanto tiempo.
En aquel triste tiempo pensaba que lo que me hacía fuerte era tu frágil corazón, cuando era el mio el que estaba rompiéndose en pedazos a causa del frió. Si ahora pienso en aquello estoy seguro que hubiese seguido esperando cien años más.
Nada me enseñó cuando debí parar antes de estrellarme con la decepción. Si tan solo hubiera pensado con claridad, o hubiese dejado atrás cada latido ciego que me impulsaba a seguir, o hubiese dejado de mirar hacia algo imposible hubiera sabido porque estuve viviendo así durante tanto tiempo.
Estamos unidos a una historia que nos toca vivir, cuando te vi supe que tenía que vivir alguna parte contigo.
Estuve esperándote cien años sin mirar de frente al tiempo que pasaba, y si ahora pienso en aquello estoy seguro que hubiese seguido esperando como un loco cien años, o alguno más.
Nada me preparó para el echo de estar contigo, si tan solo hubiese sentido tu calor, o hubiera visto como sonríes mientras te sonrojas y tímidamente intentas ocultarlo tapando tus labios, o como brillan tus ojos cuando te concentras en algo lo suficiente hubiera sabido para que estuve viviendo durante tanto tiempo.
En aquel triste tiempo pensaba que lo que me hacía fuerte era tu frágil corazón, cuando era el mio el que estaba rompiéndose en pedazos a causa del frió. Si ahora pienso en aquello estoy seguro que hubiese seguido esperando cien años más.
Nada me enseñó cuando debí parar antes de estrellarme con la decepción. Si tan solo hubiera pensado con claridad, o hubiese dejado atrás cada latido ciego que me impulsaba a seguir, o hubiese dejado de mirar hacia algo imposible hubiera sabido porque estuve viviendo así durante tanto tiempo.
Estamos unidos a una historia que nos toca vivir, cuando te vi supe que tenía que vivir alguna parte contigo.
Estuve esperándote cien años sin mirar de frente al tiempo que pasaba, y si ahora pienso en aquello estoy seguro que hubiese seguido esperando como un loco cien años, o alguno más.
lunes, 13 de mayo de 2013
Como un tonto.
Las personas sabias dicen que solo los tontos se apresuran. Pero como un tonto no puedo dejar de enamorarme de ti.
Como los ríos fluyen al mar hay cosas que están destinadas a ser, así que toma mi mano, toma corazón y mi vida entera porque como un tonto no puedo dejar de enamorarme de ti.
Dicen que arriesgar es peligroso, que entregar tanto a ciegas puede costar demasiado. Pero no soy sabio, no entiendo el guión de la vida y me dejo llevar por cada impulso ciego e inseguro.
Como las palabras están destinadas a perderse con el paso del tiempo hay cosas que están destinadas a ser, así que cierra los ojos, toma aire y deja que este tonto siga enamorándose de ti.
Dicen que vivir soñando puede ser motivo para caer. ¿Pero como vivimos sin equivocarnos? Es algo que debemos enfrentar.
Como cada mañana el sol sale hay cosas que están destinadas a pasar, así que escucha lo que tu corazón te susurra porque como un tonto no puedo dejar de enamorarme de ti.
Las personas sabias dicen que solo los tontos se apresuran. Pero como un tonto, cabezota y desdichado al que apenas le queda tiempo no puedo dejar de enamorarme de ti.
Como los ríos fluyen al mar hay cosas que están destinadas a ser, así que toma mi mano, toma corazón y mi vida entera porque como un tonto no puedo dejar de enamorarme de ti.
Dicen que arriesgar es peligroso, que entregar tanto a ciegas puede costar demasiado. Pero no soy sabio, no entiendo el guión de la vida y me dejo llevar por cada impulso ciego e inseguro.
Dicen que vivir soñando puede ser motivo para caer. ¿Pero como vivimos sin equivocarnos? Es algo que debemos enfrentar.
Como cada mañana el sol sale hay cosas que están destinadas a pasar, así que escucha lo que tu corazón te susurra porque como un tonto no puedo dejar de enamorarme de ti.
Las personas sabias dicen que solo los tontos se apresuran. Pero como un tonto, cabezota y desdichado al que apenas le queda tiempo no puedo dejar de enamorarme de ti.
miércoles, 23 de enero de 2013
Hasta que el tiempo decida pasar.
No se lo que he echo, me he dejado llevar por los impulsos del corazón. Fuertes e incesantes, aquellos que comprendían de verdad la clase de burbuja en la cual me había quedado atrapado. Podía ver el exterior, podía sentir aquellos momentos, podía imaginar como sería todo... pero no podía respirar y necesitaba correr, correr sin metas y sin limite, sentir como tomar velocidad y dejar todo atrás... cada paso, cada lágrima angustiada y perdida...
Solo pude escuchar ese latido, aferrarme a el con fuerza y decisión aunque la inseguridad y la tristeza rompían mis barreras.
Supe lo que debía hacer cuando no podía averiguar quien era yo, ni que era sin ti. Y debería saberlo.
Cuando sentí ese vacío, cuando la primera lágrima y el primer temor cobró fuerza. Creí equivocarme...
Me sentí de cristal, como si arrancaran de uno en uno todos aquellos momentos que quedaron grabados en mi por siempre.
Me sentí indefenso, cuando de una en una expresé con palabras lo que sentía y lo que tu parecías no entender
Me sentí perdido, cuando un laberinto se construyó en mis decisiones, cuando temí no poder ser yo de nuevo.
Me sentí vacío, cuando vi que te perdía.
Y allí, entre todo aquel jaleo de sentimientos mi cristal se rompió... me dejó en el suelo, se despojó de mi cuerpo como una tela vieja y todo se volvió negro.
Ahora todo vuelve a mi cabeza como una película repetitiva y constante y allí, sentado entre fotos de un álbum que está por terminar espero, hasta que el tiempo decida pasar...
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