sábado, 27 de diciembre de 2014

30 días.

Que alguien me cuente cuanto debe durar una despedida. Que alguien me diga cuanto tiempo debo dedicar a echar de menos cada detalle que dibujamos mano a mano.
Puede que lo corriente sean horas, un par de ellas que me cuenten por última vez lo que fuimos y lo que dejamos de ser tan rápido como cuando uno pestañea.
Ojalá las cosas fuesen así, fáciles y sencillas, de igual modo que se olvida el pin del móvil o la letra de una canción que se ha perdido por el camino del recuerdo.
Pero se ve que la vida está escrita con otro guion, que aunque nos limitábamos a correr sin mirar atrás el guionista tenía otro plan.
Puede que para muchos treinta días no sean nada, solo días perdidos en una vida destinada a vivir días mejores. Yo he decidido no contarlo por días o por horas, prefiero no limitarme a recurrir al tiempo. Pienso que si tengo que contar lo que fuiste durante esos días es mejor contarlo en momentos.
El momento en el que susurrabas en francés y que sonaba bonito aunque lo que dijeses fuera una palabrota.
El momento en el que me asomaba a la ventana del salón para ver como te perdías entre la oscuridad de mi calle sin farolas.
El momento que me hacías cosquillas sin venir a cuento con la única excusa de hacerme reír en el momento menos oportuno.
Todo ha decidido permanecer en el recuerdo en vez de marcharse como decidieron hacer tus "buenos días", y yo sigo cuidando esos recuerdos aunque se que algún día, cuando vean que no vuelves, decidirán marcharse también.
Puede que llegado ese momento pueda decirles adiós de la forma que no pude hacerlo contigo.
Mientras aquí siguen, susurrándome canciones que cantamos juntos, imitando las voces de aquellos personajes que solo viven en las películas que veíamos a oscuras, haciendo magia y alguna travesura.
Si mi destino es perderte como ya lo he hecho que así sea.
Lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y sentirme igual de especial que aquella noche en la que me diste tu mano, suspirar hondo y pensar que algún día volveré a sentirme así. Quizás con el tiempo.
Sigo sin saber cuanto debe durar una despedida, aunque haya tenido que estar despidiéndome cada minuto de mi vida.
Puede que sea una asignatura pendiente, eso que se me da mal. Como las matemáticas.
Mientras aprendo intentaré seguir, con tus recuerdos, con los que ya venían de fabrica antes de que nos conociéramos y con aquellos que han de venir.
No puedo prometer que aprenda a hacerlo bien del todo, lo único que puedo hacer es escribir sobre ello y esperar a que el tiempo pase, porque dicen que es el tiempo el gran doctor que cura todo. Aunque a mi aún no me haya curado nada.






No hay comentarios:

Publicar un comentario